MATERIALES:
- Dos o tres manojos de espinacas
- Una cabeza de ajos secos
- Un chorro de aceite de oliva
- Un chorro de vinagre
- Agua y sal
PREPARACIÓN:
Troceamos las espinacas, las enjuagamos bien en un barreño (pues siempre llevan algo de barro entre sus tallos) y las ponemos a hervir en una olla con un poco de agua. Mientras tanto, vamos pelando unos cuantos ajos (al gusto de cada uno) y los hacemos trocitos medianos. Reservamos seis o siete de estos trocitos y el resto los ponemos en una sartén (en la que vayan a caber luego todas las espinacas) con un buen chorro de aceite de oliva caliente. Los doramos a fuego lento, los escurrimos y los reservamos aparte.
Cuando hayan pasado unos 15 minutos, sacamos las espinacas de la olla y las escurrimos bien. Acto seguido las echamos a la sartén con el aceite de freír los ajos y un espolvoreo de sal y las vamos rehogando a la vez que las picoteamos con la rasera para que se vaya haciendo una pasta.
Metemos los ajos crudos que habíamos apartado antes en un mortero y los machacamos. Les añadimos un buen chorro de vinagre y se lo añadimos todo a la sartén cuando las espinacas estén ya para apartar. Le damos a esta mezcla un par de vueltas rápidas y apagamos el fuego (o si queremos, podemos añadírselo luego en crudo, cuando ya las hayamos apartado). Sacamos las espinacas, las servimos en una fuente y le colocamos por encima los ajos fritos.
A este plato le viene fenomenal acompañarlo de unos huevos fritos y una buena rebanada de pan (que lo podemos tostar, para darle un punto de refinamiento). ya solo le falta un buen vaso de vino y tenemos una cena perfecta.
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